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CRÍTICA DE «MATILDA» (2022) DIRIGIDA POR MATTHEW WARCHUS

Puntuación: 2.5 de 5.

En 1988 Roald Dahl publicó «Matilda», el cuento infantil sobre una niña con poderes mentales que se transformó en un clásico. Este relato automáticamente llamó la atención de los guionistas y con velocidad empezaron a aparecer sus adaptaciones. La primera de todas fue para teatro, estrenada en Inglaterra en 1990, en tono musical. La segunda fue para cine, lanzada en 1996, dirigida y actuada por Danny Devito, la versión que enamoró a medio mundo y que es seguramente la más recordada por todos. Luego «Matilda» volvió a convertirse en musical, en 2010 y para Broadway. El camino se cierra, hasta el momento, con una segunda versión cinematográfica, producida por Netflix y agarrando el género musical y la obra de Broadway como base. El resultado es bastante dispar.

Si vemos el camino cinematográfico de «Matilda» nos encontramos con solo dos películas, muy distintas entre sí: la estrenada en 1996 y esta lanzada a finales del 2022. Pese a que nunca es bueno entrar en comparaciones, es un ejercicio inevitable en estos casos cuando ambas películas toman como base un mismo cuento, sabiendo de antemano que el tono es muy diferente.

«Matilda» es un musical y fue creado como una adaptación cinematográfica de aquella obra de teatro que empezó su paso por las tablas en el 2010. Por lo tanto, las diferencias con la primera película son muchas, especialmente porque son de dos géneros muy diferentes. Habiendo superado esa primera barrera, o sea el tratar de sacarnos de la cabeza el film del 96, esta versión tiene algunos aciertos y muchos problemas.

La historia presenta varios cambios con respecto al cuento original. Aquí Matilda es esta niña muy inteligente que tiene una familia que no le presta demasiada atención y que empieza a ir a un colegio liderado por una directora autoritaria y abusadora. Aquí se va al grano directamente, sin demasiadas introducciones ni desarrollando con profundidad las personalidades de los personajes, como si el espectador supiese de antemano quienes son todos. Esto genera que no conectemos con ellos. Aparecen, hacen lo suyo y la historia sigue con apuro. No hay pausas para conocerlos, para entenderlos, ni para tener algo de empatía con alguno. Esta Matilda está enojada el 80% de la película, mientras que la Señorita Miel tiene todo menos dulzura y Bruce es un niño utilizando un fat suit bastante notorio. El encanto de los personajes no está. La villana, Tronchatoro, es la única que logra crear algo de conexión, principalmente gracias al gran trabajo de Emma Thompson en su creación.

En el sentido actoral no hay nada para reprocharle. El elenco infantil es soberbio, cada uno de los niños interpreta de manera impecable a sus personajes, con una destreza física, de baile y de canto sobresalientes. Por ese lado aplausos porque cada uno de los números musicales fueron ejecutados con mucha habilidad por parte de los actores frente y detrás de cámara.

Esta «Matilda» es un musical y aquí la música es el motor de la historia. Gran parte del relato se cuenta a través de las letras de las canciones y por ese costado también es una buena propuesta. Los temas tienen mucha energía y más de uno es pegajoso.

«Matilda» no es una mala experiencia. Es una película creada para los amantes del musical. Con buenas actuaciones y con una historia mucho más lavada que en la película del 96 y, principalmente, que el cuento original. Carece de encanto, de esa ternura tan extraña que desarrolla Dahl en el libro, y los personajes dicen poco o nada en pantalla.

Está en Netflix.

Crítica de «La La Land» (2016).

Con tres películas dirigidas hasta el momento, Damien Chazelle se ha convertido en uno de los realizadores más interesantes de su generación. Con una carrera que recién comienza y con la experiencia de haber dirigido «Whiplash», una de las mejores cintas del 2015, vuelve a lucirse con «La La Land«, una pequeña maravilla que para todos los que amamos el cine significa algo más que una simple película musical, es una bella pieza artística que con muy poco dice mucho.

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Crítica de «Gilda: No Me Arrepiento de este Amor» (2016).

Pensar que la película basada en la vida de Gilda iba a ser una de las mejores propuestas argentinas del 2016 era algo extraño cuando hace más de un año la misma se anunció. Ahora que la película llegó a los cines es posible confirmar dicha afirmación y borrar todo prejuicio de la mente. «Gilda: No Me Arrepiento de este Amor» no solo es una de las cintas nacionales mejores logradas del año, sino que tiene el potencial para marcar un antes y un después en la historia del biopic argentino.

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CRITICA: TOKYO TRIBE (2014 – TOKYO TRIBE)

HIP HOP POR LAS CALLES DE TOKYO
Por Martín Morales
ESTA CRITICA FORMA PARTE DE LA COBERTURA DEL 29 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA

Sion Sono es uno de esos directores que con cada película vuelve a reinventarse y a adentrarnos en mundos tan distintos los unos de los otros que nunca deja de sorprender. En el 2011 contó la historia de amor de una pareja luego del tsunami en Japón («Himizu»), en el 2012 realizó un dramático y coral relato sobre la crisis nuclear en el país («Land of Hope»), en el 2013 nos regaló una de las experiencias cinematográficas más impactantes de los últimos años («Why Dont You Play In Hell?»), mientras que en el 2014 se sumerge en el género musical para darle ritmo de hip hop a una historia sobre las pandillas de Tokyo.

Una hermosa mujer es secuestrada por una pandilla. Con la intensión de prostituirla, ellos la envian con el líder del lugar. Sus amigos van a intentar salvarla, lo que provocará una batalla sin sentido entre todas las pandillas de Tokyo. Nada puede salir bien de esto.

Musicalizada casi en su totalidad con canciones de hip hop, Sono propone una experiencia distinta y sorprendente. El film se abre con un impresionante plano secuencia por las coloridas y desastrosas calles de Tokyo, e inmediatamente uno de los protagonistas, que está siempre mirando a cámara y funciona como el conector con el espectador, empieza a cantar. Lo que sucede a partir de aquí es delirio puro, un sinfín de situaciones sin sentido que vuelven a demostrar la calidad de Sono como director, su habilidad para manejar la cámara y ponerla en lugares atípicos y, en especial, de crear un relato absurdo, pero muy entretenido.

Es verdad que hay varias cosas que quedan algo sueltas y son innecesarias (toda la situación del Dios y esa máquina cerca del final), pero Sono se las arregla para desarrollar surrealistas e impactantes secuencias de acción, un humor vulgar y algo incómodo, y un despliegue de coreografías y de ridiculeces, todas al mismo tiempo, que no dejan de sorprender (vean esas referencias a «La Naranja Mecánica», a Tarantino, a Bruce Lee, a «Scarface», y a tantas otras producciones de género).

Si uno se preguntaba cómo iba a hacer Sono para encarar un proyecto luego de lo que hizo en «Why Dont You Play in Hell?», «Tokyo Tribe» es la respuesta. Un musical delirante, absurdo, sangriento, con mucho ritmo y, por sobre todas las cosas, con una calidad que solo un realizador como él pudo llevar adelante. No se lo pierdan.

8/10 MUY BUENA